Ficción de Terror Cotidiano 33   El orgasmo fingido



Publicado originalmente en: Orgasmo fingido

Pocas sensaciones son tan intensas como un verdadero orgasmo. Al que se ha llegado después de un debido proceso, un ambiente propicio y la compañía adecuada. Ese orgasmo que buscamos, por que somos capaces de cualquier cosa, hasta de fingir que amamos a alguien. No niego que la auto complacencia puede ser llevada a niveles de máximo placer, pero no se puede comparar a la sensualidad que genera el cuerpo de otro ser, restregándose a nuestro cuerpo y añadiendo su energía a la nuestra para llegar al ansiado momento.
Sucede que esa energía que aporta la otra parte, puede ser intensificada por medio de algunos trucos muy útiles. Uno de ellos ,el que mejor conozco es la exploración de los puntos sensibles. Para ello se necesita algo de conocimiento de anatomía, sexología y mucha practica. Pero ante todo se requiere de paciencia, ya que los puntos sensibles se encuentran localizados en diferentes partes y en algunos casos están desconectados. Es decir el punto sensible que funcionó para alguien, puede no funcionar para alguien mas.
Para iniciar con el conocimiento de estos puntos sensibles, es mejor empezar por uno mismo, allí entra la auto complacencia, es decir, hacer el amor con alguien que nos ama, muy probablemente. En solitario podemos explorar partes de nuestro cuerpo que otros no están dispuestos a estimular o que ni siquiera nosotros mismos lo conocemos. Después si encontramos a alguien con mejor disposición, o tenemos que pagar para que la tenga, logramos fácilmente conducirlos hacia esos puntos para que al estimularlos, nos ayuden a encontrar el momento de la explosión erótica que tanto deseamos.


Otro truco que he descubierto con el tiempo, es explorar los temores, insatisfacciones y prejuicios de las personas, cuando están en medio de un acto sexual. Sabemos que estamos ante una barrera cuando el cuerpo de la persona se tensa, cambia de expresión facial, modifica su ritmo respiratorio o simplemente nos rechaza, de mala manera. La forma de diferenciar las tres, tiene que ver con el conocimiento que podamos adquirir de las primeras experiencias sexuales del otro. Casi todas se originan de el momento en que se pierde la virginidad. Para algunos esta asociado a dolor, vergüenza, miedo o culpa. Se generan a partir de allí, muchas variaciones y mezclas, que pueden hacer que una persona sea incapaz de alcanzar un orgasmo, como se debe. También se da el caso contrario, cuando alguien tiene la facilidad de alcanzar, no uno, sino múltiples orgasmos. La diferencia entre ambos extremos puede ser tan grande como una cadena de frustraciones sexuales constantes o tan corta como la estimulación del punto sensible correcto.
Sin embargo una de las peores practicas que puede tener alguien es la de fingir el orgasmo. Hay casos en que se hace por necesidad, ante situaciones como aceptar una relación sexual a pesar de no estar lo suficientemente excitado o estar cansado. El cansancio es el enemigo numero uno del sexo. Pero el hecho de fingir es un indicativo de que al menos una de las partes del acto sexual no esta satisfecha, pero tampoco esta dispuesta a poner mas de su parte, para alcanzarlo.
Ana habia llegado al punto de fingir orgasmos, debido a que Samuel había dejado de atraerle físicamente. Y no era solamente por el tamaño de su miembro, que no era tan grande, pero podía cumplir con la tarea. En realidad todo empezó cuando Ana se dió cuenta que su novio evitaba bañarse diariamente. Después de un año de relación, Samuel empezó a descuidar su apariencia y a portarse mas descaradamente con Ana, respecto a sus hábitos personales. Tal vez Samuel creía que parte de la convivencia de pareja, tenia que ver con el hecho de presentarse uno al otro, tal y como eran. Por el otro lado Ana, había sido adoctrinada desde pequeña, para rechazar sus propios
olores y inmundicias, obligándola, su madre, a bañarse a diario y restregarse, afanosamente, esa “parte sucia” que tenia entre las piernas.

De esa forma cuando Ana supo que Samuel evitaba bañarse a diario, a pesar de que hubieran sostenido relaciones íntimas, empezó a experimentar náuseas cuando lo tenia cerca, pero no se atrevía a decirlo, ya que temía que Samuel se ofendiera.
Ana no podía decir que amaba a Samuel, pero se había acostumbrado a su compañía, en especial durante el invierno, cuando la nieve no permitía salir con tanta frecuencia, en aquella ciudad de Canada. Samuel solía quedarse a dormir, cuando las ventiscas y la nieve eran demasiado intensas.

Para Ana era muy placentero sentir como Samuel enroscaba sus piernas en las de ella a la hora de dormir. También disfrutaba de la comida que preparaba Samuel, que era una mezcla de productos locales, preparados con técnicas italianas, que su novio aprendió, durante su estancia en Europa, antes de conocer a Ana. Samuel era tan intenso en la cama, como las salsas que podía preparar, era tan picante como una “arrabiata”, era tan loco como una “putanesca”, pero podía también ser tan salvaje como un cerdo al estilo cajun. También era tan cerdo como ese cerdo. Ana no podía controlar su rechazo hacia Samuel, quien pasaba varios días con la misma ropa interior.
Ana no sabia si era cuestión de distracción, abandono o simplemente malos hábitos. Durante un tiempo trató de convencerlo que se bañaran juntos.  A Samuel le gustaba la idea, aunque siempre atraído con la posibilidad de tener sexo en la bañera. Mientras que Ana, solo quería que esa noche estuviera limpio. Ana accedía a tener sexo bajo la ducha, la mayoría de veces, pero cuando su animo estaba demasiado bajo, utilizaba cualquier pretexto para evitarlo, su periodo menstrual, irritación vaginal o el consabido dolor de cabeza. Cuando Samuel no tenia el orgasmo que esperaba, dejaba de bañarse con ella, también con cualquier pretexto.
Fue así que Ana se fue acostumbrando a fingir orgasmos. Había descubierto que cuando ella fingía un orgasmo, Samuel parecía llegar mas rápido al propio. Pero si Samuel no sentía el orgasmo de Ana, intentaba alargar el acto por mas tiempo, llegando a irritar íntimamente a su novia.
De forma que Ana fue calibrando el tiempo adecuado y ensayando algunas señales para hacer mas convincente su actuación. De esa forma logró dominar su respiración para que pareciera agitada, desarrollo estremecimientos que parecían involuntarios, aprendió a gemir en el oído de Samuel, sin olvidar apretar un poco las piernas alrededor de la cintura de su pareja, llegando incluso a morderle una oreja o el hombro, lo cual parecía convencer definitivamente a Samuel de haber realizado una buena faena.

La relación entre Ana y Samuel duró solo hasta el final del invierno, sin embargo las habilidades aprendidas por Ana le sirvieron con sus próximas parejas, de forma que con el tiempo se volvió una experta en fingir orgasmos y de hecho encontró un oscuro placer en convencer a sus parejas de lo magníficos amantes que eran. Decía para si misma “Para morir engañado, ya solo te falta morir”.
#JESEmprendimiento

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