Noche de Aquelarre IV - Invocando el poder del Abrendaris


Koldar es el nombre por medio del cual las remdras reconocen al maestro supremo, que les dio el regalo del Abrendaris, cuya manifestación máxima es la inmortalidad. Koldar ha existido desde los inicios del mundo y es el único ser que no necesita habitar cuerpos humanos para manifestarse físicamente.

Tiene el manto de la materialización, que utiliza a voluntad, para presentarse ante sus discípulas mas avanzadas, cuando la ocasión lo amerita. Es con la venia de él, que una remdra puede cambiar de cuerpo o convertirse en líder de un grupo de remdras. Fue Koldar, quien puso a Burbara al frente de las remdras de Europa y a Armemba como líder de las remdras africanas. Con la muerte de esta ultima, era necesario convocar a un aquelarre especial, para invocar la presencia del maestro, para que designara a una nueva líder para el continente negro. Para que Koldar se materializara, las remdras solían invocarlo realizando sacrificios especiales, que atrajeran al Abrendaris. Cuando la invocación era exitosa, el ambiente se llenaba de una energía etérea pero sensible, que potencializaba las capacidades físicas y psíquicas de las remdras.


Solo en un estado máximo de Abrendaris, muy difícil de lograr, se podía pedir la materialización de Koldar.

Koldar en realidad podía materializarse en cualquier forma, no solo de hombre o mujer, sino en forma de animales, objetos y hasta sueños. Las lideres eran las únicas entrenadas para hablar directamente con el maestro. Quien exigía una solida unión entre las remdras que lo quisieran convocar, ya que una grieta en el grupo, podía causar su furia y deseo de destrucción. Koldar no soportaba las divisiones que ponían en peligro el secreto y
poderoso mundo de las remdras.


Burbara estaba preocupada de tener que viajar a África para ser quien interpretara la voluntad de Koldar, respecto a quien sería la próxima líder en aquel continente. Las tensiones entre ella y las remdras africanas, surgieron a partir del espectacular escape de Agnar de Andaliz la Verde, que incluyó la muerte de la anterior líder. Esto había provocado que la mayoría de remdras africanas abandonaran el pueblo, casi sin despedirse. La única que quiso quedarse para castigar al fugitivo era la temible y poderosa Almarax, que era una de las posibles sucesoras como líder en África. Sin embargo, la forma en que Agnar había podido escapar por segunda vez, con la ayuda de una cantidad, indeterminada aun, de romelianos, le restaba posibilidades.

Cada remdra esta en capacidad de convertirse en líder, ya que en los aquelarres el Abrendaris se distribuye equitativamente entre los participantes de sus invocaciones. Pero debido a otros criterios mas complejos, las remdras lideres eran escogidas antes de que Koldar se manifestara y diera la palabra final.

Por esto Burbara, estaba obligada a viajar a África, con días de anticipación, con el propósito de identificar a las candidatas para suceder a Armemba, como líder de las remdras africanas. Esta era una oportunidad de acercarse de nuevo a las remdras que aun estaban molestas por la muerte de su líder, ocurrida en Andaliz la Verde, sin que Burbara y sus remdras pudieran castigar al culpable, dejándolo escapar, cosa que ellas consideraban imposible, de haber sucedido en tierras africanas. Por esto,  Burbara tenia que ser muy hábil para elegir a las remdras mas propicias para establecer de nuevo una alianza entre los dos continentes. Burbara creía que si lograba crear divisiones entre ellas, podría fácilmente detectar
a las remdras que tuvieran algún resentimiento contra las remdras mas antiguas y que aparentemente tenían mas posibilidades de ser candidatas, para establecer vínculos de confianza con alguna de ellas, que a futuro le permitiera tener un buen nivel de control sobre las decisiones que se tomaran respecto a las alianzas con remdras europeas.


Almarax era una remdra relativamente joven, que apenas estaba viviendo dentro de un segundo cuerpo, después del cuerpo en el que nació y que fue preparado desde antes de su nacimiento para convertirse en remdra, por la misma Armemba, quien después de que la primera encarnación de Almarax cumpliera cincuenta años, le consiguió el cuerpo de una atlética africana, porque la antigua líder siempre deseó tener a una remdra guerrera para su guardia personal. Debido a todo lo el tiempo, dedicación y abrendaris que invirtió en Almarax, Armemba la consideraba una hija, quien correspondía con fidelidad y respeto a su formadora. Tal vez por eso, fue la única que quiso quedarse para vengar su muerte en Europa. Esto era causa de cierto resentimiento de Almarax hacia otras remdras mas antiguas, que regresaron de inmediato a su hogar y pronto fueron olvidando su propósito de venganza, estando mas interesadas en ser la próxima líder, que en encontrar a Agnar y hacerlo pagar.

La candidata natural mas fuerte era Colandria, una antigua remdra que había perdido la cuenta de cuantos cuerpos había usurpado, durante sus casi quinientos años de vida de remdra. Este retorcido ser, desarrolló un apetito voraz por niños de menos de un año a quienes solía devorar crudos, al momento de matarlos. Era el terror de varias aldeas de los alrededores de la sabana africana, de donde los robaba, cuando los niños se acercaban a los ríos a traer agua en recipientes de madera de baobab. Colandria era capaz de devorar hasta dos niños por día, en especial cuando se acercaba un aquelarre, porque esto le daba fuerza y vitalidad. Era capaz de ser muy cruel, con o sin alguna razón. Simplemente el sufrimiento de
los rocris le divertía y la hacia sentirse poderosa. Colandria era especialista en preparar pociones con las raíces de cualquier árbol o con alguna de las miles de variedades de plantas que existían en Africa. Colandria había demostrado liderazgo durante la guerra contra los zulúes. Junto con Armemba habían dirigido una legión de remdras que diezmaron por las noches a las poblaciones que se habían unido para acabar con las practicas de canibalismo de remdras conocidas, quienes frecuentemente atacaban a los habitantes de estas tribus. Las tribus estuvieron divididas por mucho tiempo, pero ante una amenaza común terminaron por unirse y los lideres consultaron a sus espíritus consejeros y estos revelaron que había seres malignos, quienes  devoraban carne humana. Por mucho tiempo y debido a sus conflictos, los zulúes pensaron que la desaparición de sus miembros era causada por tribus rivales, lo que profundizaba aun mas sus rencillas.


Los espíritus consejeros, indicaron que era necesario acabar con los seres malignos, pero no revelaron la forma de hacerlo, por lo que las tribus que se enfrentaron a las remdras hicieron esfuerzos inútiles por destruirlas, ya que ignoraban que la única forma de matarlas era por asfixia. Por ello, sus lanzas y flechas envenenadas no funcionaron y fueron cientos de zulúes los que murieron en esa guerra estéril. Cuando los guerreros se cansaron de pelear y morir, regresaron a sus aldeas y recogieron las pocas pertenencias que tenían, para viajar a tierras lejanas lejos de la amenaza invisible de las remdras. Colandria persiguió inclementemente a los que huían, robándoles a los niños para devorarlos y matando a los adultos para asegurarse que no se convirtieran en amenaza a futuro.  Esto la convirtió en una remdra muy influyente y temida.

Burbara sabia esto, pero consideraba que Coliandria no era muy propicia para establecer alianzas, ya que no parecía querer ceder su papel preponderante, para complacer a remdras europeas o de cualquier otro lugar de la tierra. Además era demasiado voraz
para devorar niños, como para pasar desapercibida, especialmente si viajaba a un país lejos de África, donde el continente guardaba un empecinado silencio acerca de las atrocidades que sufría su gente.


Sin embargo, no podía descartarla como candidata, sin levantar sospechas de sus preferencias y opiniones personales. Pero si estaba en sus manos, trataría de que no fuera ella la próxima líder remdra en África, cuyo mandato podría extenderse por cientos de años.


Había por otro lado, una opción diferente, las hermanas Matix y Lumina, remdras que provenían de la región meridional, mas al sur. Eran las únicas remdras blancas en el continente, ya que vivían cerca de poblados holandeses de donde se proveían de cuerpos jóvenes para mantenerse impecables y elegantes, mas cerca de la moda europea. Individualmente no eran temibles, pero juntas superaban en poder y conocimiento a la mayoría de remdras. Burbara pensaba que podrían ser mas propicias para realizar alianzas con ella, pero ignoraba que así como eran de elegantes
eran de traicioneras y ambiciosas. Otra cosa que las diferenciaba era su afición por la cacería de animales grandes y peligrosos, tales como elefantes, búfalos, leones y leopardos. Gustaban de su carne mas que de la carne humana, la cual consumían por compromiso cuando estaban con otras remdras o cuando la caza escaseaba.


Tambien habían jugado un papel importante en la guerra contra los zulúes, haciéndose pasar como misioneras europeas, que sabían de enfermería. Esto les abrió la puerta de las aldeas, en una época donde habían muchos heridos, que ellas fingían atender, pero a quienes facilitaban la muerte. De esa forma averiguaron las
debilidades y fortalezas de los guerreros, para acabar con ellos de mejor manera. También identificaron a los lideres para que otras remdras los eliminaran sistemáticamente y así debilitar el movimiento guerrero.


Días después de la llegaba de Burbara a la aldea Bretomoro, que estaba bajo control total de las remdras y cuyos habitantes rocris solo estaban como sirvientes. Fue en ese pueblo, oculto por un antiguo y espeso bosque tropical, donde se estableció que se realizaría el aquelarre especial para elegir a la próxima líder de las remdras africanas. Para este efecto, los sirvientes del pueblo fueron obligados a construir un enorme altar de madera, donde se llevaría a cabo la invocación del abrendaris, para que Koldar se hiciera presente y diera la última palabra.

Como es usual la invocación del abrendaris incluye el sacrificio de varios rocris, mientras más mejor, ya que esto fortalece el abrendaris de las remdras. Por ello varios días antes de la ceremonia final, varias remdras se dieron a la tarea de capturar
docenas de rocris y traerlos a la aldea para ser sacrificados.

La desaparición de tantos habitantes, no pasó desapercibida por Johanes, un miembro de la hermandad, que había sido enviado desde meses atrás a tierras africanas, para estar atento de este tipo de sucesos, que indicarían la proximidad del aquelarre para elegir
a la remdra líder de África, que sucedería a la que Agnar había matado en Andaliz la Verde.  Johanes se hacia pasar por un cazador furtivo, adicto a la adrenalina de perseguir fieras salvajes. En poco tiempo construyó una reputación de temerario y experto en manejo de armas de fuego y cuchillos. Este tipo de aventureros estaban siendo cada vez mas comunes en pueblos cercanos a la sabana africana, llegando a convertirse en parte de la economía de las poblaciones.


Johanes alertó a «La Hermandad» de las desapariciones y dedicó todo su tiempo en localizar la región donde se realizaría el próximo aquelarre, ocasión rara y valiosa para darle cacería a lideres de las remdras, no solo de África, sino de otras regiones del mundo. Una semana después, se reunió con Johanes, para organizar la búsqueda y persecución de la mayor cantidad de remdras posible. El grupo de diez miembros de la hermandad, que se hicieron pasar desde el primer día como parte de una asociación de médicos, que iban a luchar en contra de enfermedades tropicales, aplicando vacunas y capacitando a habitantes de las aldeas mas pobres de África Central.

 Entre el grupo se encontraban Magnus, su hermano Albert y por supuesto Agnar, quien había alterado su apariencia física, dejando que una espesa barba ocultara algunos de sus rasgos faciales, pero no podía ocultar el intenso color azul de sus ojos, por lo que utilizaba gafas oscurecidas, sin graduación. Los meses que pasó en la Sede de la hermandad, fueron aprovechados aprendiendo todo lo posible acerca del mundo de las remdras, pero  también fortaleciéndose física y mentalmente, para estar preparado cuando llegara el momento de enfrentarlas.

La comitiva llevaba consigo una gran cantidad de equipaje y material, que había sido declarado como insumos médicos, para la campaña de vacunación que «supuestamente» realizarían en la región. Pero en realidad venían preparados para una batalla a gran escala, contra seres malignos, agresivos y casi inmortales, cuyo único punto débil conocido era la falta de respiración. La principal arma que tenia «La Hermandad» en una lucha cuerpo a cuerpo, eran dardos envenenados, que podían ser disparados por rifles de aire, semiautomáticos, acondicionados para ser altamente eficientes. El cargador podía contener hasta veinticinco dardos, los cuales debían ser lanzados para impactar en el cuello, el torso o en ultimo caso en alguna extremidad. Era mayor la eficiencia, cuanto mas cerca del corazón y del cerebro estuvieran. Estos dardos habían sido preparados con una combinación de tres de los venenos mas mortales que se conocían. Contenían una fracción de Sarin, por el efecto rápido que ayudaba a inmovilizar a las remdras, induciéndoles un relampagueante coma, además de un terrible dolor abdominal. Otro de los componentes es la tetrodoxitina, obtenida a partir de una rara especie de pez globo, que tenia el fin de paralizar a las victimas. También incluían mercurio, para generar una irritación de las vías respiratorias, dificultándoles a las remdras la obtención de oxigeno. A esta mezcla le habían agregado también el «compuesto 1080», que buscaba provocar la mayor cantidad de molestias a las remdras, desde vómitos, hemorragias intestinales, calambres, hipotensión arterial, taquicardias y otra serie de síntomas que las conducían irremediablemente hacia la muerte.

Antes de que «La Hermandad» pudiera localizar la aldea Bretomoro, dio inicio el ritual para invocar el abrendaris, que tenia como objetivo lograr la manifestación física de Koldar, para que éste eligiera a la próxima líder de las remdras de Africa. La primera noche se sacrificaron en el enorme altar construido para la ocasión, cerca de cincuenta rocris, casi todos jovenes de menos de veinte años. Pero las remdras sabían que era solo el principio, ya que necesitarían por lo menos tres días de invocaciones para acumular el suficiente abrendaris.

Grandes acontecimientos estaban por venir.

Escrito por: Javier España
#JESEmprendimiento

El último grito de La Coyota - Otra triste historia

 

Lesly, apodada La «Coyota», murió degollada, por fallarle al Barrio. Su cuerpo fue abandonado en un pozo, a las afueras del pueblo donde vivía. Quedó allí flotando boca abajo, de una forma en que ella no esperó terminar el día en que se escapo de casa a los dieciséis años, cansada de la pobreza y limitaciones que afectaban su hogar. Ni ella ni sus otros tres hermanos, habían podido disfrutar de una plena niñez, esperando cada noche para saber si podrían comer al día siguiente. De los cuatro hermanos Lesly era la mas atrevida y la que mas duro sintió el cambio de niña a adolescente, cuando no pudo comprar ni siquiera un estuche de maquillaje o un tinte para teñirse el cabello de rubio cenizo, como lo lucia su estrella pop favorita.

 Era la segunda de los cuatro hermanos, dos mujeres y dos varones. Su hermana mayor, siempre se las había arreglado para conseguir dinero y darse esos pequeños gustos, ya sea haciendo trabajos temporales como dependiente de tiendas de ropa o colocadora de productos en supermercados. Pero La «Coyota», tenia serios problemas con la autoridad, de modo que no soportaba recibir ordenes y cumplir con horarios. Esto incluía la escuela, de donde no pasó de sexto grado de primaria, pero que le sirvió para relacionarse con varios pandilleros, que la fueron introduciendo al mundo de la drogadicción y la delincuencia organizada.

La sedujo la idea de ganar dinero fácil, como vio que sus amigos hacían. Al principio fue aceptada en el grupo por su carácter amigable, pero también agresivo cuando algo no le parecía bien. Era pequeña de estatura, pelo lacio, negro y largo, que caía por casi toda su espalda. Lesly era capaz de pelear a puño limpio con niñas mas altas y fornidas que ella. Para «Ranix», su mas cercano amigo era divertido retarla a pelear con otras niñas, con o sin alguna razón. Fue «Ranix», el que la presentó con un «ranflero» del barrio, que se interesó en ella, por varias razones, así que desde un principio le regaló un teléfono inteligente y le dijo que aprendiera a usarlo bien, porque pronto podría empezar a ganar dinero usándolo. Para una niña de catorce años que había vivido entre tantas limitaciones económicas, tener de pronto un teléfono inteligente fue suficiente como para que estuviera dispuesta a muchas cosas. El «Metálico», como se hacia llamar el «ranflero» no tardó en cobrarle el teléfono inteligente a La «Coyota», invitándola a una de las casas desde donde distribuían droga. Alli le explicó que necesitaba que llevara varios paquetes de crack hacia otro punto. En el caló del barrio, el «punto», es el lugar donde se comercia al menudeo la droga. Para los pandilleros era peligroso transportar la droga, por los constantes operativos policiales. La condena mínima por ser capturado con droga era de cinco años, pero a los menores de edad la ley les daba penas mas benévolas.

 Ese día la «Coyota» iba vestida con el uniforme de su escuela y llevaba una mochila, por lo que ningún policía la registró mientras llevaba varios paquetes de droga de un punto a otro. El «Metálico», quedó tan complacido que le dio algo de dinero y le dijo que pronto la llamaría para otro trabajito.

Lesly, estaba tan emocionada que de inmediato fue a comprar un estuche de maquillaje y un tinte para cabello. Le alcanzó para comprar un par de blusas en una venta de ropa usada y botas negras altas, también de segunda mano. Su madre le pidió explicaciones, que Lesly no estaba dispuesta a dar, respecto a la ropa y el nuevo color de cabello, ni siquiera le quiso decir a su hermana mayor, con quien tenia mas confianza. La madre presintió que su hija no andaba en caminos correctos.

 Tratando de corregir a su hija y alejarla de malas compañías, la madre de Lesly la sacó de la escuela y  buscó para su hija,  un trabajo atendiendo la panadería de una amiga de su iglesia, pero Lesly solo llegó los primeros dos días, en horario de las cinco de la mañana para abrir la panadería y al tercer día dejó de ir, causándole grandes inconveniencias a la dueña. La señora no se enteró hasta medio día, de la ausencia de Lesly,  cuando llegó a la panadería y la vio cerrada. Debido a la vergüenza sufrida y al enojo que le causó, su madre esperó a que Lesly regresara a casa, tarde en la noche y la golpeó con el cable de la plancha, hasta que el brazo perdió fuerzas. Las marcas en el cuerpo de Lesly tardaron dos semanas en sanar, pero el rencor en su corazón no sanó jamás. A la siguiente semana, tomó sus pocas pertenencias y huyó de su casa en compañía de otra jovencita de catorce años, en busca del «Metálico», para pedirle ayuda.

Cuando el «Metálico» las vio llegar al punto de distribución de droga, pareció sorprendido. Lesly le contó en pocas palabras que había huido de su casa y necesitaba, junto con su amiga, de un lugar en donde vivir. El «ranflero» le dijo que él no podía ayudarla, pero sabia de alguien que si. Una hora después, los tres se adentraron en callejones en los que no cualquier persona puede poner pie. Zonas olvidadas por las autoridades que son dominadas totalmente por pandilleros y donde ellos imponen su ley. En esos lugares solamente pueden ingresar los bomberos a recoger cadáveres y las muertes nunca son investigadas por la fiscalía o la policía. El «Metalico» las condujo a una casa, donde fueron recibidas por Doña Martina, una retorcida y maliciosa mujer que reclutaba jovencitas para prostituirlas entre los pandilleros, quienes llegaban en grupos a disfrutar de las niñas, sin restricciones morales de ningún tipo. Pero el negocio no terminaba allí, ya que las niñas resultaban embarazadas en poco tiempo, así que ella las seguía prostituyendo hasta que ya no podían ocultar el embarazo, a partir de ese momento, las mantenía encerradas esperando al parto. Ella llevaba cuentas de los gastos de hospedaje, alimentación y "educación" en que incurría con cada niña, los cuales les cobraba violentamente, obligándolas a seguir prostituyéndose hasta pagar sus deudas. También les cobraba por los partos, que eran atendidos por una comadrona, que vivía cerca y guardaba un sepulcral silencio, respecto a las actividades que realizaba para Doña Martina. Posteriormente los niños recién nacidos eran vendidos a una red de contrabandistas de niños que los llevaban a países Europeos, con el fin de darlos en adopción, generando altos ingresos con este tráfico.

Lesly ignoraba todo esto, pensó que podía seguir ganando dinero transportando droga de un punto a otro, pero pronto se dio cuenta que sus fantasías se derrumbaban y que el infierno del que había escapado en su hogar, no era nada, comparado con el que le tocó vivir desde ese primer día, hasta el día de su violenta y prematura muerte.

 El último año de su vida, Lesly lo pasó entregando, diariamente, su cuerpo a grupos de cuatro, cinco y hasta diez pandilleros, que pagaban a Doña Martina con efectivo, drogas o protección. Doña Martina era una empresaria en todo el sentido de la palabra, maximizando recursos, buscando nuevas formas de atender a sus clientes, creando riqueza a partir del sufrimiento de otros. También era una mujer desalmada a la hora de cobrar deudas, vender niños recién nacidos o mandar a matar a quien le estorbaba.  El sexo practicado de esta forma es muy doloroso para la mujer, por lo que altas dosis de droga eran distribuidas entre las chicas, para que soportaran el exigente y violento gusto de los pandilleros, que inspirados en exageradas películas pornográficas, buscaban emular los abusos que los actores de las mismas, infringían a las mujeres. Bofetones, mordidas, jalones de pelo, nalgadas, penetración anal, penetración múltiple y finalizar eyaculando en la cara de la chica, eran de las cosas que a diario Lesly tuvo que soportar, sin poder protestar o negarse, ya que desde que fue aceptada en aquella maldita casa, había adquirido una deuda, que tenia que pagar de la única forma que podía, con su cuerpo.

La familia de la «Coyota», ignoraba esta situación y se imaginaban que la chica, estaba dándose la gran vida. Solo su madre oraba diariamente, por el regreso y protección de su hija, pero esas bendiciones parecían estar destinadas para otras señoritas con mejor estrella.

Lesly, quedó embarazada y a los ocho meses tuvo una prematura bebe, cuyo único contacto con la madre sucedió durante los breves instantes después del parto, en que pudo cargarla, pero le fue arrebatada agresivamente por Doña Martina, que sabía lo peligroso que podía ser, cuando las chicas se encariñaban con los infantes. El instinto maternal las volvía mas fuertes y capaces de enfrentarla. Pero si pasaba algún tiempo, las drogas hacían su efecto y las chicas caían en un sueño en vida, que las hacía otra vez, manejables. 

 Los eventos que culminaron con la muerte de Lesly, dieron inicio un día en que el «Metálico», llegó a la casa de Doña Martina, buscando a una chica que hiciera un trabajo especial, que consistía en ir a repartir teléfonos móviles en negocios, para exigirles el pago de extorsión. Para esta tarea siempre buscaban menores de edad, hombres o mujeres ya que se corría un alto riesgo de ser atrapados o vapuleados por los comerciantes, que en ocasiones estaban organizados y actuaban violentamente en contra de los mensajeros de las pandillas. Después del parto, Lesly había estado débil y demacrada, por lo que Doña Martina, la eligió para ser mensajera, ya que aun no estaba en condiciones de seguir prostituyéndose. Después de los meses de abuso y un embarazo mal atendido, Lesly era apenas una sombra de la chica energética y alegre que siempre había sido. El pelo desteñido y mal cortado, le daba un aspecto de abandono y tristeza, que había dejado de ser atractivo para los pandilleros que llegaban a tener sexo con las chicas. Era una chica descartable. 

 El «Metálico» se la llevó en una motocicleta y le dio una lista de negocios en los que tenía que entregar un teléfono y una nota, con un mensaje amenazador, dirigida al dueño del negocio. La nota indicaba la cantidad y la cuenta bancaria en donde el comerciante tenía que depositar una cuota semanal, para evitar que llegaran los sicarios a su negocio a matarlo. En el encabezado de la nota estaba escrito con tinta roja y con letras mayúsculas, el nombre del propietario, para que este supiera que lo tenían ubicado e identificado. En total ese primer día, Lesly entregó diez teléfonos en otros tantos negocios. En uno de ellos el propietario la insultó y la amenazó con matarla si llegaba de nuevo a su negocio. Después tiró el teléfono al suelo y le dio dos grandes pisotones. Lesly asustada, corrió para huir del lugar. Cerca de allí, el «Metálico» la seguía y cuando vio que había problemas, hizo una llamada telefónica a los sicarios, quienes al escuchar las palabras «Darle piso al diez», entendieron que tenían que atacar al comerciante marcado con el número diez, en la copia de la lista, que le habían dado a Lesly.

Una hora después, los sicarios llegaron en motocicletas a los alrededores del negocio número diez, de la lista y mientras uno se quedaba sentado en la motocicleta, con el motor encendido, otro se acercó al negocio y simulando que era un cliente, entró y sin mediar palabra, disparó contra aquel hombre y un muchacho que trabajaba como su ayudante. El comerciante fue llevado con vida por los bomberos a un hospital, pero su ayudante murió en aquel lugar. Esa semana los demás negocios que recibieron un teléfono móvil y una nota, pagaron puntualmente la extorsión.

El «Metálico» regresó a Lesly a la casa de Doña Martina, quedando de acuerdo para llevarla de nuevo la próxima semana, a otro sector que aun no estaba pagando extorsión.

La siguiente semana Lesly se sintió mas fuerte, había recuperado el color en las mejillas y por momentos dejaba escapar alguna sonrisa, cuando bromeaba con alguna de las chicas que compartían su suerte, en aquella casa.  El «Metálico» la llegó a buscar y la llevó de nuevo en motocicleta hacia otro sector, para que entregara teléfonos móviles y notas, pero esta vez además iba a pedir a los comerciantes que en ese momento le dieran un primer pago, para no ser atacados. Esto hacia más peligrosa la misión que le exigían realizar a Lesly. Pero no tenia opción, ella misma estaba amenazada de muerte. Ella y su familia.

Después de haber entregado cinco teléfonos móviles, llegó al sexto negocio de su lista, siempre vigilada a distancia prudencial por el «Metálico». Era una tienda de abarrotes, una típica tienda de barrio, atendida por sus propietarios. Lesly ignoraba que aquel comerciante, siempre estaba armado con un viejo revolver .38, de forma que cuando entró y puso el teléfono sobre el mostrador de vidrio, junto con la nota amenazadora, el propietario supo de inmediato de que se trataba la situación. El estaba mentalmente preparado para defenderse, sabiendo que unos días atrás un grupo de extorsionistas habían matado a otro comerciante. Pero este hombre, no estaba dispuesto a pagar y tampoco a dejarse matar sin pelear. Lesly pudo haber huido, pero como le indicaron que exigiera un pago inicial, se quedó y le habló con voz entrecortada a aquel comerciante, que debía dar un pago inicial para que no lo llegaran a matar ese mismo día. Esto terminó de encender el enojo del dueño de la tienda, quien sacó rápidamente su revólver y le disparó a la chica, acertándole un tiro, en el hombro izquierdo.

 Inmediatamente, el comerciante llamó a la policía, quienes también coordinaron que una ambulancia llegara a atender a la chica. Fue llevada a un hospital, con custodia policial y se le decomisó una cantidad de dinero en efectivo, producto de extorsiones, además de varios teléfonos móviles, notas de extorsión y una lista de negocios que debían ser amenazados. Esto, además el testimonio del tendero, era suficiente para condenarla a varios años de cárcel.  El «Metálico», vio lo que pasaba y se mezcló entre la multitud que pronto se aglomeró en las cercanías de la tienda. Después se fue para reportar a sus superiores en la pandilla, de lo sucedido.

 Lesly estuvo recuperándose en el hospital durante varias semanas, esposada a la camilla del hospital y vigilada día y noche por policías. Nadie la visitó, nadie preguntó por la «Coyota». Pero los pandilleros mantuvieron vigilancia sobre ella. Querían saber si los delataría, cuando la interrogaran los policías o un juez. Pero ella no dijo nada, estuvo en silencio, como hipnotizada por un pensamiento fijo. Maquinalmente comía, iba al servicio sanitario y se bañaba, cuando las enfermeras se lo indicaban. Tomaba los antibióticos sin protestar. Nunca se quejaba del frío, el calor o el hambre. Solo respiraba y dejaba que su corazón latiera.

 En cierto momento una enfermera sintió lastima por ella y le rogó a los policías que le quitaran las esposas, ya que le estaban dejando marcas en el brazo. La chica parecía inofensiva. Los uniformados, dudaron, pero las suplicas de la enfermera los convencieron y le quitaron las esposas, para su mayor comodidad. Todo siguió igual por otras dos semanas, Lesly estaba casi recuperada de la herida de arma de fuego y pronto sería trasladada a un centro carcelario preventivo, a la espera de la primera audiencia, donde el Juez la interrogaría para determinar si existían elementos probatorios suficientes para ligarla a proceso por el delito de extorsión.

Un día antes de que fuera dada de alta, tuvo una breve y misteriosa visita. Anita, la joven con la que había huido para buscar al «ranflero», llegó y firmó el libro de registro como una prima de Lesly. La reacción de ésta, fue de temor y desasosiego. Anita le dijo que había visitado a su familia recientemente y que estaban todos bien. La había acompañado el «Metálico» en esa visita. Este le mandaba a decir que para que su familia siguiera viviendo, ella debía mantener cerrada la boca, frente al Juez. También le recordó que tenia una deuda con el Barrio, por el dinero y teléfonos que le habían decomisado. Cuando saliera libre, debía pagar esa deuda, dejando como garantía la vida de su familia.

 Esa noche Lesly no pudo dormir, tomó la determinación de huir del hospital y viajar para los Estados Unidos, para no volver a caer en las manos de esa red de criminales. Sin embargo no tenia dinero, ni ropa. Vestía únicamente una bata de hospital y la ropa interior. Debía buscar el momento ideal, para escurrirse a los casilleros de las enfermeras para conseguir algo de ropa y con suerte también dinero. Durante la madrugada, encontró el momento, cuando la mayoría de enfermeras y policías dormitaban. Sigilosamente se deslizó de la cama, fue hacia el área de enfermeras y no se encontró a ninguna despierta. Entró furtivamente en el área de baños y vestidores, donde las confiadas enfermeras no sospechaban que algún extraño pudiera ingresar y tomar sus cosas personales. Lesly tomó lo que pudo del primer casillero que encontró sin llave. Era de la «seño» Rosita, quien afortunadamente era de su misma estatura y talla. Esa noche había recibido turno, así que no lo entregaría hasta la tarde del siguiente día. Hasta entonces y con suerte no se daría cuenta de la ropa que le hacía falta.

 El plan de Lesly era esperar la primera hora de visitas en el hospital, para ir al baño a cambiarse de ropa, sin que se dieran cuenta las enfermeras y salir mezclada con los familiares. Tenia que ir al baño cinco minutos antes de las once de la mañana, para salir con la multitud sin ser notada. Dependía de una gran suerte y la pereza del personal de vigilancia. A la hora planificada, se levantó de su cama, con el pequeño bulto de ropa, debajo del brazo. Fue al baño, donde apresuradamente se cambió de ropa, se recogió el pelo y se lavó la cara. Tiró la bata en el cesto de basura y salió junto con varias docenas de familiares que habían visitado a sus pacientes.

 Cuando llegó a la calle, caminó apresuradamente, volteando a ver para asegurarse que no la vinieran persiguiendo los guardias asignados a su custodia. Llegó a la esquina de la larga calle, dio un ultimo vistazo y se hecho a correr, con rumbo a la estación de buses que la podían llevar a su pueblo. Uno de los pilotos de bus, la conocía, por lo que no tuvo que pagar el pasaje. Llegó apresuradamente a su casa, pero su madre no estaba, solo sus hermanos mas pequeños, quienes se alegraron de verla y la atacaron con docenas de preguntas. Ella les dio respuestas a medias y les pidió que no le dijeran a nadie que ella estaba allí. Tomó prestada alguna ropa de su hermana, que seguramente estaba trabajando en ese momento. Encontró maquillaje y algo de dinero escondido entre la ropa de su hermana. Lo tomó como un préstamo y sin que sus hermanos se dieran cuenta. Después tomó un autobús y fue a buscar al «ranflero», creyendo que le daría algo de apoyo. Pero cuando llegó al «punto», el «Metálico» se portó agresivo e incomprensivo, le dijo que tenia que pagarle por la «cagada» que había hecho, dejándose atrapar. Para la pandilla era un peligro tener a la chica, porque con su escape llamaría demasiado la atención de la policía que seguramente la iría a buscar allí. El «Metálico» le dijo que tenia veinticuatro horas para pagarle una exorbitante cantidad de dinero o ella y su familia, pagarían con su vida.

Lesly desesperada fue en busca de antiguas amigas del colegio, solamente encontró a Diana, quien le permitió pasar la noche en su casa y le dio comida, dinero pero mas que todo comprensión y apoyo. Pasaron toda la noche conversando y de esa forma Lesly pudo desahogarse y contar a detalle esta cadena de acontecimientos que la tenían a pocas horas de morir.

A la mañana siguiente, Lesly se levantó temprano y se fue sin desayunar, quería llegar a una estación de buses que la llevara hacia la frontera mas cercana, para tomar rumbo a los Estados Unidos. Pero no llegó muy lejos. La pandilla la tenía vigilada y antes de que pudiera subirse al bus, aparecieron dos pandilleros que ella conocía muy bien, «Kaki» y el «Metálico». La introdujeron a un vehículo y salieron del pueblo.

 Mientras era llevada a las afueras del pueblo, Lesly pensaba en lo breve y errática que había sido su vida, sabia que la llevaban para matarla, porque conocía la forma de pensar y actuar de los sicarios, pero sacrificándose ella, salvaba a su familia. El «Kaki» y el «Metálico», le dijeron que tenían un trabajo para ella, con el que podría pagar la deuda que tenia con el «Barrio».

Llegaron en pocos minutos a un paraje desolado, conocido como «Las pozas», rodeados de una espesa muralla de pinos, era una especie de hondonada, entre tres montañas de poca altura. Solo había un camino de entrada al lugar y rara vez pasaban personas o vehículos por el lugar.
El vehículo se detuvo a pocos pasos de la poza mas grande. El «Kaki» había recibido ordenes de degollarla y lanzar su cuerpo a la poza mayor. Sin embargo el «Metálico» quiso violarla una vez más. Lesly seguía siendo atractiva a pesar de su extrema delgadez y el descuido de su pelo y apariencia. Además era una forma de degradarla y humillarla, para enviar así un mensaje a otras chicas que quisieran traicionar al «Barrio».

Bajó el «Kaki» del automóvil y a base de jalones, sacó a Lesly del asiento trasero donde venia, acompañada del «Metálico». Sin mediar palabra empezó a golpearla en el rostro, con el puño cerrado, tal y como le ordenaron. Su compañero bajó también del automóvil dispuesto a participar en la golpiza. Lesly apenas se defendía, tenía la leve esperanza de que los dos pandilleros se conformaran con golpearla, sin llegar a matarla, después de todo, ella era parte de la pandilla, o al menos eso creía. Ignoraba que para los pandilleros, ella solo era un pedazo de carne, que podían esclavizar y victimizar a su antojo, lejos del alcance de la ley.

Minutos después, Lesly, yacía semiconsiente en el suelo, con sangre saliendo de su nariz y de su boca. Los dos pandilleros respiraban agitadamente por el enorme esfuerzo. El «Metálico» se inclinó hacia la chica y empezó a arrancarle la ropa. Lesly con un último resto de energía, intentó oponerse. Esto sirvió para que los pandilleros le dieran otra dosis de golpes. Cuando terminó el «Metálico» de desnudarla, abusó sexualmente de ella, de una forma abusiva y violenta. De la misma forma lo hizo el «Kaki». Cuando se cansaron de hacerlo, el «Kaki» fue hacia el automóvil a traer un largo y filoso cuchillo de carnicero. Sin esperar nada más, cortó el cuello de Lesly, quien apenas reaccionó y fuertes convulsiones se apoderaron de su cuerpo, mientras se desangraba rápidamente, emitió un agudo grito que resonó por las montañas adyacentes.

Murió en menos de un minuto. Su cuerpo fue llevado a rastras hacia la poza mas grande y lanzada por los pandilleros, asegurándose que quedara flotando boca abajo, para cumplir de esa forma la orden explicita que les habían dado sus lideres, por medio de una llamada telefónica, originada en una cárcel pública en donde estaban recluidos y desde donde dirigían cada acción que era ejecutada por sus «hommies».

La muerte de Lesly, conmocionó a todo el pueblo, tanto por la saña de los asesinos, como por la historia que se acaba de detallar, que fue armándose a partir de varias fuentes, entre ellas la chica con la que Lesly había huido de su casa. Los culpables no recibieron ningún castigo por parte de la ley. El crimen sigue sin ser resuelto, para empezar porque no se han hecho esfuerzos para investigar. Porque es solo, otra triste historia que ocurrió en el pueblo.

Escrito por: Javier España
#JESEmprendimiento
 

 
 

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