Noche de Aquelarre parte 2




Agnar tuvo que esperar un año, para tener una oportunidad de escapar de Andaliz La Verde, el único pueblo que conocía bien, donde había nacido y donde estaba su única familia, la cual seguramente moriría, a manos de las "remdras" como parte del castigo por huir del pueblo y denunciarlas ante el mundo. Pero si no era él, ¿Quién entonces?.

Burbara había hecho arreglos especiales ese año, para que duplicaran el numero de "rocris" que participarían en el desfile bufo y posterior sacrificio. Esto debido a que por primera vez vendría un grupo de "remdras" africanas, que gustaban del sabor de la
carne humana. De manera que quiso complacerlas para asegurar que cada año vinieran al aquelarre y contribuyeran con sus conocimientos al fortalecimiento del "Abandaris". África era un continente rico en tradición de adoradores de los cuatro elementos, pero también era un territorio difícil, para las "remdras" porque existían otras ramas de la magia oscura que en cierta forma entraban en conflicto con las creencias básicas de las "remdras" de Europa, América y Asia. En África la magia oscura parecía ser aun mas  oscura, no por el color de la piel de sus habitantes, sino por el espeso misterio con el que las "remdras" africanas, desarrollaban sus ritos, pociones y conjuros. Eran mujeres muy desconfiadas y vengativas, acostumbradas a matar por cientos, cuando se encontraban en peligro y quienes se habían hecho muy aficionadas al consumo de carne humana, que era la que mas abundaba en aquellas tierras.

Las "remdras" africanas no desperdiciaban su energía en esconderse, eran muy conocidas como hechiceras, curanderas o guías espirituales y muy solicitadas por los supersticiosos africanos, pero siempre eran muy respetadas. Su líder y la que había sido contactada por Burbara para invitarla al Aquelarre de Andaliz La Verde, era una "remdra" negra de mas de quinientos años llamada Armemba, que muy rara vez cambiaba de cuerpo, por lo que su aspecto avejentado y descuidado, le confería un aire de matriarca. Lideraba esa vez un grupo de veinticinco "remdras" que provenían de todos los rincones del continente negro.

Todas ellas habían querido participar de una reunión tan grande como esta, pero hasta ese día tuvieron su primera oportunidad. Esperaban salir fortalecidas con mucho "Abandaris", pero en particular querían probar el sabor de la carne humana, de otros continentes. Burbara les había prometido carne de todo tipo, jóvenes, hombres, mujeres, delgados, obesos. Nada era imposible para complacer a las nuevas hermanas, venidas desde tan lejos. Armemba era una "remdra" de gustos muy particulares, prefería la carne de hombres jóvenes y sanos, porque eso la rejuvenecía. Era de carácter impulsivo y muy autoritaria, por lo que era líder natural de sus compañeras de viaje, pero la maldad de que era capaz, no tenia comparación, cuando enfocaba sus energías en destruir era incontenible.

Agnar fue elegido nuevamente para formar parte de la logística de la reunión anual, esto le daba libertad de movimientos en el pueblo y en las afueras. Siempre podía decir a las guardianas que estaba buscando ingredientes para una pócima, por encargo de alguna "remdra". El joven aprovechó esto para buscar el mejor camino para escapar del pueblo, sin ser visto por las guardianas o sus búhos. Sabia que su máxima oportunidad vendría en el momento en que terminara el desfile, ya que mientras organizaban a los "rocris" para ser llevados a la "montaña roja", habría cierto nivel de confusión, que le permitiría escabullirse sin ser notado. Además este año habían traído mas victimas para el desfile, pero las mantenían adormecidas en las bodegas de granos, que quedaban en las afueras del pueblo.

El día del desfile, Agnar se despertó de madrugada y se puso a ordenar algunas de sus pertenencias, faltaba el difícil momento de hablar por ultima vez con su familia, sin que ellos supieran de sus arriesgados planes. Su madre lo llamó a desayunar a las seis de la mañana y Agnar bajó lentamente por las escaleras del segundo nivel, donde quedaba su habitación. Comió maquinalmente y estuvo observando a cada uno de sus hermanos y hermanas, a su madre. Dudó en seguir con el plan, de cualquier forma, ellos no serian dañados por las "remdras" debido al antiguo convenio. El podía llegar a acostumbrarse a estos actos de barbarie, igual que el resto del pueblo y así su familia viviría. Pero en su conciencia una fuerza mas grande de lo que el mismo conocía, lo impulsaba a luchar contra la injusticia.

también aquellas victimas, eran hermanos, hijos, padres, madres de alguien, eran arrebatados de sus hogares y humillados en un asqueroso desfile, para luego ser sacrificados. No podía vivir sabiendo que era parte de todo esto. Una profunda tristeza, se había apoderado de su corazón, al saber que esta seria la  ultima vez que comerían todos juntos. Agnar con su mirada parecía pedirle perdón a cada uno. Agnes, la niña mas pequeña, se sintió incomoda cuando Agnar la miró fijamente. Ella bajó la mirada y siguió comiendo, pero se preguntaba que le estaba pasando a su hermano mayor ese día.

La opresión en el pecho de Agnar no le dejó terminar de comer, se levantó abruptamente, se despidió de todos y le dio un largo y sentido beso en la frente a  su madre, la mujer que mas tiempo había compartido con él y a quien entregaría hoy a la malicia de las "remdras" con el fin de luchar contra estos engendros del infierno, que tenían oprimido a su pueblo.

El desfile empezó, igual que el año anterior a las seis de la tarde, para que los andaverdinos que les ayudaban, pudieran ver y luego contárselo a los otros. De esa forma reforzaban la fidelidad que debían tener con las "remdras". Las dos filas de mujeres, por donde pasarían los "rocris" ya estaban formadas y listas con su arsenal de pócimas, para lanzárselas a los penitentes. Entre los "rocris" había un par de hermanos gemelos idénticos, que parecían luchadores de sumo, altos, obesos y fuertes. A una de las guardianas se le ocurrió la idea de hacer que llevaran cargado en una tabla, a un pequeño "rocri", que parecía mas un duende, por lo escuálido y bajo de estatura que era. Para causar mas risas, le confeccionaron unas orejas de burro y se las pusieron al pequeño "rocri", quien fue llevado, sentado en la tabla por los gemelos, al frente del desfile. Todos los "rocries" eran desnudados antes de empezar, para que las pociones surtieran un mayor efecto en su piel.

El desfile inició cuando una guardiana hizo sonar un largo cuerno de cabra, que emitía un sonido parecido al graznar de un cuervo. Se escuchó un murmullo general y risas contenidas, esperando a que pasaran las primeras victimas, para ensañarse con ellos. Generalmente los últimos que marchaban en el desfile, sufrían menos, porque las provisiones de pócimas se terminaban antes, pero las "remdras" tenían otras formas de divertirse. Algunas les ofrecían alimentos a los "rocris" quienes usualmente habían estado sin comer por uno o dos días. Estos hambrientos trataban de devorar lo que les ofrecían, muchas veces una deliciosa manzana, al ser mordida se convertia en una asquerosa rata en avanzado estado de descomposición. Otras veces un pedazo de pan, era en realidad una piedra que por medio de hechizos adquiría la forma de pan recién horneado. Las "remdras" lanzaban supuestos panes a las victimas, quienes se avalanzaban y se peleaban por obtenerlas, para después quebrarse los dientes al morderlo, con esa gran ansiedad y enorme apetito. Entonces las "remdras" rompían en carcajadas y se abrazaban para trata de recuperar la respiración.

Las "remdras" africanas, se integraron rápido a la acción y también disfrutaron de torturar a las victimas. Aprovecharon a elegir a cuales se comerían, marcándolos con una pintura roja que brillaba en la oscuridad. Fue durante el desfile que Armemba, vio al joven Agnar, no como parte del desfile, sino como uno de los ayudantes de las guardianas y la boca se le hizo agua. La gran "remdra" africana caminaba con dificultad, pero buscó acercarse a donde estaba Agnar, para apreciarlo mejor y marcarlo para ella. El joven la vio venir, pero no sospechaba de sus intenciones, se mantuvo cerca de una guardiana, para que no lo confundieran con las victimas que desfilaban. Pero Armemba, llegó hasta él y le derramo pintura roja en la espalda. después dijo algo en un lenguaje africano, pero la guardiana, le dijo que los andaverdinos no eran parte del desfile. La gran "remdra" montó en cólera y exigió que le entregaran también a ese joven. Llegaron varias guardianas y se le avisó inmediatamente a Burbara, sobre la situación.

Burbara llegó y trató de imponer orden. Ella no estaba dispuesta a iniciar una guerra a causa de un simple andaverdiano, así que le prometió a Armemba que al

finalizar el desfile, tendría al joven que había solicitado, solo de esta forma la matriarca africana regresó a su lugar a seguir divirtiéndose. Burbara ordenó que amarraran a Agnar, hasta el final del desfile y lo encerraran en una bodega. Este protestó y le recordó a Burbara del pacto que tenían de no hacer daño a los andaverdinos. Burbara se rió ruidosamente y le dijo que ella se encargaría de que no se enteraran los demás andavedinos de su desaparición. La haría parecer como si Agnar se hubiera escapado.

castigaría a su familia para darle mas credibilidad a la historia. Burbara, le pidió a las guardianas que vigilaran la casa de Agnar para que nadie de su familia pudiera escapar.

La única forma de matar a una "remdra" es por asfixia. Debido a que ellas pueden controlar los demás elementos, es solo cuando les falta el aire cuando se debilitan y mueren. Por ello suelen cuidar mucho sus cuellos, bocas y narices, ya que saben que "su vida esta en la respiración".

El desfile transcurrió con cierta normalidad y tardó mas que otros años, por el gran numero de victimas que habían agregado, para complacer a las "remdras" africanas. La logística tuvo varios fallos, pero ninguno de importancia. Las guardianas se dieron a basto para dirigir hacia la "montaña roja" a todas las victimas. Dos murieron en el camino, debido a las múltiples torturas y vejámenes sufridos. Fueron llevados a la misma bodega donde estaba amarrado Agnar. Sus cuerpos quedaron tendidos boca abajo, en espera de que fueran enterrados junto a los restos y partes corporales que quedarían después del sacrificio mayor.

Armemba no quiso esperar al sacrificio mayor para devorar a Agnar. Preguntó donde lo tenían y se dirigió a la bodega, cuchillo en mano para desollar al joven y comerse las mejores partes. En el momento en que se dirigía hacia la bodega, un grupo de "rocris" se alzaron en contra de las guardianas y lograron inmovilizar a una, quitándole el bastón eléctrico, que usaban para reducirlos al orden. Ellos se lo aplicaron a la guardiana y a otras que se acercaron. Esto envalentonó a otros que empezaron a luchar por escapar, creando una gran confusión que obligó a que otras guardianas dejaran sus puestos de vigilancia, para ayudar con el motín.

Armemba entró en la bodega y vio dos cuerpos tirados, creyendo en un principio que habían matado a su victima, lo que imposibilitaba que ella pudiera comerlo, ya que una "remdra" jamás come carne de una victima, que ella misma no hubiera matado. Pero al entrar mas, pudo ver a Agnar y lo reconoció, esto la tranquilizó, pues estaba dispuesta a la guerra si no le daban la victima que había pedido. Para mas comodidad quiso quitar antes a los dos muertos, así que se agachó un poco para jalar por los brazos a uno de aquellos desdichados, teniendo aun el cuchillo en la mano. En ese momento Agnar tuvo el enorme trasero de la "remdra" africana al alcance de sus pies, por lo que sin pensarlo, la empujó mientras estaba agachada, lo que hizo que perdiera el equilibrio y cayera hacia adelante, con tan mala fortuna, que al caer, el cuchillo que tenia en la mano, se le clavó en el cuello, lo cual le dificultó la respiración. Agnar luchó con todas sus fuerzas para desatarse y logró sacar un brazo de las ataduras, con el que atrajo a la malvada matriarca y le enroscó el brazo en el cuello, para terminar de asfixiarla, sin saber que era la única forma de matar a una "remdra". La mujer pataleó y trató de zafarse del candado, pero poco a poco fue perdiendo el conocimiento y finalmente murió. Agnar arrancó el cuchillo del cuello y con él cortó las ataduras y se dispuso a escapar, aprovechando la confusión provocada por los "rocris" sublevados.

A la mañana siguiente fue descubierto el cadáver de Armemba, se relacionó de inmediato a Agnar como el causante, por lo que sin demora su familia fue sacrificada y Burbara emitió una terrible advertencia a los andaverdinos, de no ayudar al fugitivo, bajo pena de muerte. Las "remdras" africanas estaban indignadas y juraron venganza, se fueron ese mismo día, con la convicción de no regresar nunca mas. Burbara estaba furiosa, formó un grupo de guardianas y las envió a cazar a Agnar, hasta en el ultimo rincón del mundo.

Mientras tanto Agnar había logrado llegar a Romeralia, donde buscó a un comerciante conocido, a quien le contó toda su historia. Este comerciante de nombre Magnus, le ofreció ayuda de corazón y le prometió ayudarle a acabar con la tiranía que azotaba a Andaliz La Verde.

Escrito por Javier España
#JESEmprendimiento

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